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1. Plan general

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Hace algunos años, gracias a una serie de circunstancias providenciales, comencé a redescubrir la apología cristiana. Como tantos otros teólogos, yo estaba familiarizado con la apología tradicional, que con frecuencia se preocupaba sólo por puntualizar la verdad dogmática de la fe, sin tener en cuenta demasiado las circunstancias y preconcepciones del interlocutor. Además, el estilo de esta apologética clásica ponía énfasis en la solidez lógica y la coherencia interna del cristianismo, a través de rigurosos razonamientos que pretendían demostrar su veracidad y, a la par, la irracionalidad de las visiones del mundo contrarias a él. A tal fin, solía embarcarse en una multitud de distinciones sin demasiada utilidad para el eventual oyente escéptico. Así, no era raro que ésta derivara en un monólogo que desdeñaba las objeciones que pudieran plantearse.

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​En contraste, en ese momento se abría ante mí el panorama de un movimiento renovado y de gran potencial. Se trata de una corriente que, en años recientes, tuvo una notable eclosión especialmente en Norteamérica. Gracias a una serie de autores de gran seriedad intelectual (como Dave Armstrong, Robert Barron, Scott Hahn, Peter Kreeft, Trent Horn, Craig Blomberg, Gary Habermas, John Lennox, Lee Strobel y William Lane Craig, entre otros) pude acceder a una serie de argumentos y reflexiones presentados de modo original y convincente. Sin fundamentalismos ni agresividad, esta “neo-apología” procura meditar de manera madura y sincera las diversas impugnaciones a la fe cristiana, poniendo énfasis en una actitud propositiva y dialogal[1].

 

Ahora bien, la profundidad académica de los eruditos citados no debe llevarnos a creer que la apología es una mera cuestión de aulas universitarias. También puede sernos de gran utilidad para nosotros hoy, y no sólo para fortalecer nuestra propia convicción; hemos de procurar también ayudar a la conversión de aquellos que se acerquen a nosotros para preguntarnos... o, incluso, demandarnos de un modo menos amistoso que demos razones de nuestra fe. Sí, también podemos encontrarnos con interlocutores intolerantes. Sucede que, tarde o temprano, nos enfrentaremos con alguna persona que simpatiza con del llamado “nuevo ateísmo”, cuestionador y belicoso, que está teniendo un gran impacto en nuestra sociedad.

 

En este sentido, ¿cuántas veces nos hemos sentido apremiados o incluso intimidados por las críticas o los cuestionamientos que a menudo nos hacen los que nos rodean: compañeros de trabajo o de estudio, amigos o hasta nuestros propios familiares, acerca de una variedad de cuestiones básicas de nuestra fe cristiana: ¿En qué nos basamos para creer que Dios existe? ¿Por qué Él permite el sufrimiento? ¿No son iguales todas las religiones? ¿Existió realmente Jesús? ¿Por qué fue tan especial? ¿Cómo sabemos que era el Hijo de Dios y que resucitó?, etc...

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Ciertamente, siempre me habían preocupado los temas de formación de la fe cristiana, como así también su esclarecimiento en diálogo con diversas ciencias y filosofías; pero nunca había ahondado en los métodos y argumentos para justificar la fe ante escépticos y no creyentes. Ahora advertía que podía completar una modesta trilogía con mis últimos ensayos, en consonancia con los tres pasos fundamentales de la fe ante la Revelación: 1) Conmoverse ante Revelación: Un Dios desconcertante, 2) Profundizar y celebrar la Fe: Ésta es la Fe que profesamos y 3) Anunciar en diálogo esta Fe descubierta y vivida: Caminos hacia la Fe Cristiana, la presente obra.

 

Alentado por la idea de ayudar a dar razón de la fe cristiana, decidí concentrar mis empeños en profundizar por este sendero. Como primer paso, abrí la presente página web (https://www.razonesparalafe.org) y me aboqué a incluir y actualizar contenidos estructurados según cuatro núcleos: 1) El arte de la conversación apologética; 2) Las razones de la fe monoteísta; 3) Las razones de la fe cristiana y 4) Las razones de la fe católica. Redacté estos textos desde lo estudiado y reflexionado para preparar los Cursos de Verano en la Parroquia Inmaculada Concepción de Bariloche en febrero de 2018 y febrero de 2019. También he recogido los tres primeros núcleos en mi obra más reciente "Caminos hacia la Fe Cristiana Un viaje a través de los variados y fascinantes itinerarios para 'dar razón de nuestra esperanza'” (Octubre de 2019). Si bien se trata del mismo material, la he presentado con otra aproximación. Me referiré brevemente a ésta en el ítem final de la parte sobre las Razones de la fe Cristiana ("Balance de lo recorrido hasta aquí").

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Téngase en cuenta, por favor, que ni la obra referida ni los presentes textos no están pensados primordialmente para la formación de nuestra fe católica[2]. En cambio, procuraré ofrecer un breve compendio de métodos y argumentos para responder a varias posturas y objeciones que surgen en nuestro encuentro con los que no comparten nuestra fe.

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Si bien es cierto que las meras explicaciones no conducen directamente a la fe (que, ante todo, es fruto de la gracia obrando en nosotros), es importante mostrar de nuestra parte la verdad y la belleza de la fe. El apologista católico Mark Brumley en su obra “The Seven Deadly Sins of Apologetics” cita la siguiente reflexión: “No sirve de nada exhortar a la gente para que adopte el estilo de vida cristiano hasta que no se los haya convencido de que el cristianismo es verdadero. El atractivo de esta forma de vida no es evidente. Esta opción de vida, con su exigencia de un desinteresado amor a Dios y al prójimo “vale la pena si, y sólo si, el cristianismo es verdadero. El primer deber del evangelizador, por lo tanto, es demostrar que el cristianismo es verdadero”[3].


En efecto, en vista del carácter introductorio de estos contenidos, me he limitado a cuestiones que son como las “puertas de entrada” a la fe católica: la justificación de la existencia de Dios ante sus principales intentos de refutación; la credibilidad del mesianismo y la resurrección de Jesús; las respuestas a las principales objeciones de los hermanos protestantes a la Iglesia Católica. Inevitablemente, tuve que dejar fuera algunos temas teológicos que se sitúan más dentro del corazón del cristianismo como el misterio de la Trinidad; la escatología; la fe y la gracia. También tuve que omitir ciertos asuntos candentes como la ideología de género, el derecho a la vida de los niños por nacer y los casos de abusos sexuales en la Iglesia, por citar algunos ejemplos. Sin prejuicio a mi intención de incorporar algunos de estos tópicos en el futuro, confío en que estas lecturas alienten a una mayor búsqueda y formación en los participantes interesados en poder brindar una mejor respuesta allí donde sea menester hacerlo. 

   
En suma: esta página está pensada principalmente para todos aquellos católicos que se sientan presionados, perplejos o desorientados ante los desafíos (sean bienintencionados o no) de quienes nos rodean, y que deseen disponer de algunas herramientas eficaces, convincentes y verdaderas para poder dar razón de su fe, en medio de una sociedad a la que están llamados a evangelizar.

Antes de recorrer los diversos contenidos y partes de esta exposición sobre las razones para nuestra fe, corresponde contemplar el panorama en conjunto. Todos y cada uno de estos ítems tienen el objetivo de aportar, desde su perspectiva específica, a la fundamentación de la fe católica ante quien así nos lo requiera.


Se trata de un proceso de descubrir para, comunicar a y consolidar en nuestro interlocutor la razonabilidad y la coherencia de abrirnos a la Revelación del Dios de Jesucristo, tal como la Tradición de la Iglesia la ha recibido, vivido, entendido y trasmitido.


Para el desarrollo de esta argumentación integral, considero conveniente desglosar el camino en 4 etapas, según el criterio de transitar de lo general a lo particular:


La Ia Parte (“El arte de exponer las razones”) considera la forma de la argumentación, antes de incursionar en los contenidos concretos. Por eso, independientemente de qué es lo queremos transmitir, veremos métodos para comunicar eficazmente estas razones y evitar a la par eventuales argumentaciones falaces.


La IIa Parte (“Razones para la Fe Monoteísta”) trata sobre la razonabilidad de la existencia de Dios, tal como la entienden las grandes religiones monoteístas (es decir, tal como reza el Credo Niceno-Constantinopolitano: “un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible"). Para justificar el acto de fe en este Absoluto, presentaré algunos argumentos cosmológicos y éticos, como así también confrontaré la visión cristiana con el “anti-argumento” del mal.


La IIIa Parte (“Razones para la Fe Cristiana”) despliega los múltiples testimonios acerca de la realidad única e irrepetible de Jesucristo. Para el cristiano, él es el Rostro concreto de Dios: es quien redime al hombre, no sólo manifestándole la realidad última del Dios Trino, sino también conduciéndolo a Vida Plena en Él. Por eso, el discernimiento de la naturaleza de la figura de Jesús, con su Encarnación, palabras, gestos y su Pascua, es de capital importancia para fundar la confiabilidad de la fe cristiana.


La IVa Parte (“Razones para la Fe Católica”), en un último paso de esta especificación creciente para establecer las razones para la fe, se plantea que quien aspire a vivir plenamente esta Vida donada habrá de hacerlo eclesialmente. Hasta aquí, los argumentos estuvieron pensados básicamente para el diálogo con los no creyentes. Aquí, se tienen en mente las objeciones de interlocutores protestantes. Con este propósito, se examinan algunos de los aspectos fundamentales de la dimensión comunitaria del cristianismo: la importancia de esta índole eclesial de la fe, a pesar de las múltiples sombras de la Iglesia. Asimismo, se señalará la actitud distorsionada de pretender una relación sólo privada con Dios o de reivindicar la libre interpretación de las Escrituras, como así también de querer vaciar de eficacia de los sacramentos.
 

En los tres primeros ítems, católicos y protestantes trabajamos mancomunadamente para presentar a los no creyentes argumentos convincentes para la fe en el Dios de Jesucristo; el cuarto punto, como queda dicho, nos proporciona a los católicos bases sólidas para dar razones también a nuestros hermanos separados cuando somos cuestionados acerca de los aspectos que los separan de nosotros. Éste es un asunto importante que, junto con las convicciones que compartimos con ellos, debemos promover como católicos. 

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[1] Hay una bibliografía bastante extensa al final de esta obra.

[2] Con este propósito pueden recurrir a mi anterior librito “Ésta es la Fe que profesamos” (http://cepteo.wixsite.com/mis-libros/sta-es-la-fe-que-profesamos) o mi manual más extenso “El Acontecimiento de Dios” (http://cepteo.wixsite.com/mis-libros/acontecimiento).

[3] Lunn, Arnold, Now I See, cit. en Brumley, Mark, The Seven Deadly Sins of Apologetics. Avoiding Common Pitfalls When Explaining and Defending the Faith, San Diego, 2014, p. 18.

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